martes, 28 de mayo de 2013

Victoriano I de Alsimsia, "El Sangriento".

Cuando el Rey Victoriano I, más conocido en la historia como Victoriano “El Sangriento”, contrajo matrimonio con la Princesa Margarita de Servalia, aprovechó la Fiesta de Matrimonio, para secuestrar a la Familia Real de Servalia, incluyendo al Rey Julio XVI.

Durante tres días, se intentó forzar al Rey Julio, para que abdicara al trono, a favor del Rey Victoriano I, desheredando en dicho acto, a su hijo, el Príncipe y Duque de Morrés, Don Eduardo, y a toda su descendencia. Ante la negativa, frente al Rey Julio, ahorcó uno a uno a todos los miembros de la Familia Real de Servalia, salvo a Doña Margarita. Mientras que al mismo tiempo las tropas de Alsimsia, diezmaban las tierras de Servalia.

Debilitado por el dolor, el Rey Julio acepta abdicar bajo las siguientes condiciones: la abdicación se realizaría en una ceremonia a puerta cerrada, donde sólo estuviesen presentes el Obispo de Tíbarli, el Escribano personal de Don Julio, y el Rey Victoriano, en el Salón del trono del Palacio de Servalia, y que sería el obispo el que leyera ante todo su pueblo, desde uno de los balcones, quién era el nuevo Rey de Servalia, para que no quedaran dudas y se evitaran revueltas.

Hábilmente y aprovechando que su captor era un hombre bruto y arrogante, que apenas sabía leer y escribir, el Rey Julio escribió su acta de abdicación, con su puño y letra, pero en idioma servilsh, donde renunciaba tanto para sí como para sus descendientes, al trono de Servalia, y que reconocía como Rey a Don Victoriano I, pero de Narizonia, su primo hermano.

Cuando el Obispo leyó la carta ante todo el pueblo el Rey Julio ingirió veneno y falleció, y el Rey Victoriano explotó en ira empujando al Obispo desde el balcón, quien siguió leyendo el acta mientras caía. Una seguidilla de revueltas se generaron desde ese día, y a las dos semanas el ejército de Narizonia, apoyados por los rebeldes, tomaron el control de Servalia, y expulsaron a Victoriano I de Alsimsia.

La Reina Margarita “La Triste”, nunca se repuso del dolor por las atrocidades que hizo su marido, y se refugió en la Fe. Debido a que el Rey Victoriano I, pasaba más en los límites y fronteras del país, tratando de defender lo indefendible, Doña Margarita pasó gran parte de su vida en el Convento de Nuestra Señora de Trémula. Ahí formó un fuerte lazo de amistad con su consejera, Sor Tomasa de la Cruz de Ikina, la que más tarde fue declarada Santa.

Aconsejada por Tomasa, desde ese entonces Doña Margarita se alimentó sólo con sandías y con tartas de lima, rechazando cualquier otra fruta o postres, argumentando que esa era la fuente de su felicidad y paz interior. La Reina Margarita se embarazó cuatro veces, la primera tuvo un aborto espontáneo, se cree que por los malos tratos que le daba su marido, y en los demás, parió tres veces trillizas, lo que generó el enojo del Rey, y en el último parto, al verse sin heredero, y queriendo repudiar a su mujer, la estranguló hasta matarla.

Al día siguiente, el Rey Victoriano I murió repentinamente, algunos historiadores dicen que fueron las Princesas Ángela, Emilia y Melania, hijas mayores de éste, quienes presa del pánico en ser las próximas en ser asesinadas, envenenaron a su padre, sin embargo, el único documento que existe, indica: “Su Majestad enfermó repentinamente y murió de fiebre y debilidad”.

Con la muerte de Victoriano, el trono quedó vacante, ya que en Alsimsia las mujeres estaban descartadas en el trono. Debido que tanto el Duque de Morrés como el Duque de Janú, se disputaban el derecho al trono, se inició una batalla que duró 11 años, la cual, terminó cuando Victoriano II de Narizonia-Servalia, aprovechando la inestabilidad social, invade Alsimsia con el pretexto de rescatar a sus 9 primas, las Princesas de Alsimsia, pero en realidad lo que hace es tomar el control de la ciudad, y casarse con la Príncesa Ángela de Alsimsia y hacerse coronar Rey.

Como ávido político, Don Victoriano II de Narizonia-Servalia y Alsimsia, repartió el día de la boda, un fardo de trigo y un trozo de carne pequeño por cada familia, y la exención del pago de impuestos por un mes a todo Alsimsio que fuera a bendecir su matrimonio a la Catedral de Morrés, situación que trajo el apoyo del pueblo, y por tanto se ganó el apodo Victoriano II “El Amable”.

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